domingo, 6 de mayo de 2012

A veces quisiera sumirme en un espacio de paz, de quietud, de pausa. Quisiera dejar la mente en blanco, serenarme con un paisaje infinito, olvidar las tareas urgentes, las prisas que me llevan de un lado a otro siempre apresurada. Quisiera dejarme acunar por el silencio, olvidarme de todo durante un rato, estar contigo ahí, sin más… Sí, a ratos me hace falta, un instante gratuito, un paseo que me conduzca a ningún sitio. Un rato de ensimismamiento, para pensar en poco, para reír por nada, para cantar sin tono. Hace falta un rato de sereno abandono en el que deje de estar alerta, en el que no haya nada que mostrar, un rato de sinceridad sin juicio. Es en ese espacio íntimo, donde mis miedos y fortalezas se comparten; donde uno es más vulnerable, pero más real; donde entran los nombres que significan tanto para mi. Es ahí donde la caricia toca lo más hondo de uno mismo, donde la palabra no es ruido sino vinculo, donde la relación se vuelve rama solida que entrelaza mi vida con otras vidas.

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